domingo, 26 de agosto de 2012

Naturaleza, Ambiente y Sociedad


A diario escuchamos expresiones, provenientes de las más diversas fuentes, que incluyen estos términos. Si bien es cierto que, en general, la ciudadanía tiene una percepción más o menos precisa sobre sus significados, pareciera en cambio no disponer de una percepción equivalente sobre sus relaciones e interacciones y sobre el impacto que éstas provocan en el desarrollo sostenible de la propia vida.

Naturaleza y Sociedad
Intentaremos una breve conceptualización de estos términos antes de hablar sobre sus vínculos.


Respecto de la naturaleza, solo diremos que la mayoría de las personas disponemos de una percepción más o menos consistente sobre el significado e importancia de la misma. La vemos como un conjunto de objetos, fenómenos y leyes, incluyendo la vida, que funcionan según patrones, expresiones y significados que –por su regularidad y continuidad temporal- genera admiración por un lado y respeto/temor por otro.

Con relación a las sociedades -o mas bien a los hábitos sociales- podríamos decir que las conductas prevalentes en cada una de ellas, impactan de diversas formas en sus respectivos entornos naturales. Siempre hay y ha habido un impacto del hombre sobre el medio natural, el cual es o ha sido beneficioso o perjudicial.

Debido a que las sociedades están formadas por varones y mujeres que generan y comparten una cultura dentro de un espacio y un tiempo, podremos darnos cuenta que la persona es el protagonista central y causal del impacto provocado en el entorno.

Un detalle no menor –que hace algo más complejo el tema- es que el hombre es un ser de dos “mundos”: uno natural (al cual pertenece desde un aspecto biológico) y uno social o cultural (que él mismo crea, según su libre albedrío, a partir de las decisiones que va tomando según su visión, necesidades y circunstancias). Por lo que, según sea el estilo que cada grupo o comunidad desarrolle para sostener su cultura, será el tipo y magnitud del impacto que esa cultura impondrá al medio.

El ambiente, hasta hoy
Hay un esquema mental muy arraigado en nosotros que nos permite sostener la creencia o el sentimiento de que cada uno de nosotros: (1) es un individuo separado del resto de las personas, y como tal (2) es un individuo independiente del entorno y de las cosas que hay en él.

“Yo soy” pareciera ser la síntesis de la primera convicción. Y no es criticable, de ninguna manera, en cuanto al sentimiento de identidad. “Yo soy yo y vos sos vos”, correcto! Así lo consideramos y lo respetamos.

Si de esta manera nos sentimos, totalmente separados y distanciados, respecto de nuestros “pares humanos” ¿cómo podremos sentirnos o qué podremos pensar respecto de las cosas naturales, animadas o no, que se encuentren en nuestro entorno? Generalmente pensamos que las mismas están a nuestra disposición para cubrir nuestras necesidades (lo cual es correcto), a cualquier costo (lo cual no es correcto) y por cualquier medio (lo cual potencia la incorrección).

Esta convicción “separatista” se ve agravada por otra convicción ya instalada en nuestra sociedad que expresa además, “yo tengo derechos” y mis derechos son “absolutos” (los deberes quedaron en el baúl de la abuela) es decir lo individual aparece por encima de lo colectivo (ver “Deberes relativos –derechos absolutos”, entrada del 11.Ago.12).

Por lo cual, combinando el “yo soy” con el “yo dispongo a mi antojo” aparece una primera aproximación al concepto de ambiente que podríamos expresar más o menos así: el ambiente es la sumatoria de todas las cosas naturales que me rodean y que me permiten cubrir mis necesidades; la relación que he establecido con él esta basada en mis derechos individuales que me permiten disponer libremente de ellos según mis propios prejuicios, caprichos y/o antojos, sin importarme las consecuencias de tales actos, las cuales justificaré apropiada y oportunamente según me convenga.

¿Y la degradación o contaminación del mismo? Ése no es “mi problema”, es un problema “de los otros” contesta el especulador.

Una nueva relación, un nuevo concepto
Esta actitud genera un desequilibrio entre sociedad y naturaleza pues se considera que “lo social” está por un lado y “lo natural” por otro, sin que se puedan establecer relaciones de equilibrio entre ambos extremos que se basen en el conocimiento de las leyes naturales, en el respeto a las mismas y en la racionalidad de los actos que se ejecuten sobre estos recursos. Esta actitud desaprensiva facilita, a su vez, el perfeccionamiento de unas relaciones de orden circunstancial (especulativas), cuando éstas debieran ser de orden referencial (participativas).

Por lo cual, una nueva mirada, debería permitirnos acceder a una relación hombre-naturaleza más sana para disponer de un nuevo y sólido punto de partida que prevenga desequilibrios fuera de escala y que permita a natura mantener en funcionamiento todos los servicios que nos brinda de manera cotidiana desde hace millones de años.

Si miramos responsablemente el estado actual de nuestro planeta, podremos darnos cuenta que una nueva visión sobre el concepto de ambiente es necesaria. Este nuevo concepto debería incluirnos en él como sujetos inteligentes que han comprendido de manera colectiva que no podemos seguir jugando a la “guerra naval” con la naturaleza, pues cada vez que alguien canta “hundido”, una parte nuestra es derrotada y su contraparte social se ve debilitada.

Podríamos finalizar expresando que el ambiente “es el dominio universal en el cual se desarrolla la vida”, por lo que o colaboramos o interferimos. Si decidimos colaborar deberemos aprender a participar desarrollando voluntad, respeto e inteligencia; si decidimos interferir solo necesitaremos reafirmar nuestro actual esquema especulativo.

La vida es participación. Lo demás, es solo un lento deslizamiento hacia un oscuro mundo de sorpresas no imaginadas.

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