lunes, 24 de septiembre de 2012

"En paz" (poesía)

La Asamblea General de las Naciones Unidas proclama el 21 de septiembre como el Día Internacional de la Paz

Artifex vitae, artifex sui

Durante la Conferencia que las Naciones Unidas celebraron este año en la brasileña ciudad de Río de Janeiro, los líderes mundiales, junto con representantes de la sociedad civil, de las autoridades locales y del sector privado, renovaron su compromiso político a largo plazo con el desarrollo sostenible.

En el contexto de ese compromiso, se decidió que el tema con el que conmemorar el Día Internacional de la Paz de este año fuera el de «una paz sostenible para un futuro sostenible».

Con unos días de retraso e intentando un homenaje a este día, levanto en este blog una poesía de Amado Nervo (poeta mexicano) titulado "En paz", que escribiera allá por 1915 y que me fuera enviado hace un tiempo ya, por un querido amigo.

A su vez, creo necesario destacar enfáticamente, que una paz sostenible solo se puede alcanzar a través de una conducta sostenible la cual, para poder ser lograda, requerirá de cada uno de nosotros un esfuerzo sostenible para aprender todo aquello que nos permita convertirnos en ciudadanos coherentes, respetuosos y participativos.

"En paz"

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida.

Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz,
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Amado NERVO, 20.03.1915

sábado, 22 de septiembre de 2012

Premisas del Aprendizaje (II)



Continuación...
Hace un par de días, conversando con un amigo y colega sobre la entrada “Premisas del Aprendizaje”, me dijo -no sin cierta preocupación y tratando de ser lo más preciso posible en la presentación de su idea- lo siguiente: “Creo que lo que vos decís ahí, destruye la autoridad de los maestros”. Se refería a la primera proposición que expresa: Nunca lo que diga un maestro debe ser considerado como cierto. Nunca!

Obviamente su percepción me impactó, pues venía de una persona de la cual doy fe de sus sanas intenciones, de su inclinación por el estudio y de su voluntad constructiva. A su vez, esta situación me llevó a pensar que quizás no había sido todo lo claro que había supuesto en la descripción de mis ideas.

Así que, a raíz de esta conversación (¡la cual valoro!), aproveché para escribir esta
“continuación del tema en cuestión” con la intención de arrojar un poco de luz sobre el mismo. 

1. En principio debo decir que finalidad de dichas premisas es aportar conceptos que permitan facilitar la generación de pensamiento crítico en las personas, de manera independiente de la función que éstas pudieran cumplir dentro del proceso de aprendizaje o de enseñanza-aprendizaje.

2. Dichas premisas no se circunscriben –de ninguna manera- al ámbito docente oficial, por lo cual el término maestro no debe confundirse con el de docente, profesor, “seño”, etc. sino más bien con el de toda aquella persona que esté en condiciones de “enseñarnos” algo que nos permita ampliar nuestra mirada sobre algún aspecto de la realidad. Yendo un poco más allá, podemos expresar que nosotros mismos podemos ser aprendices y maestros alternativamente en aquellos casos en que investigamos o estudiamos algún tema en particular ya que, en un momento dado, nos decimos cosas y en el momento subsiguiente nos contradecimos, en un proceso dialéctico que nos permite arribar a una síntesis. El maestro, en este caso, representa a quien “responde o nos dice algo” y el aprendiz o estudiante a quien “pregunta o cuestiona ese algo”.

3. Las premisas expresadas en la mencionada entrada, componen una secuencia que permite expresar unas bases para agregar calidad y valor al proceso de “estudiar o investigar”, por lo que no deben ser consideradas como recetas o fórmulas aisladas unas de otras. El conjunto expresa la idea y cada una hace su aporte.
 
4. Cuando se dice que no se debe nunca considerar como cierto lo que dice un maestro, estamos dando pie para decir a continuación –como parte de la misma ideal- “Lo que afirme solo puede ser cierto para él, pues se supone que lo ha corroborado. Para mí (persona, alumno, estudiante) solo debe ser una hipótesis que tendré que corroborar o validar. Con lo cual estamos diciendo que cada uno debe desarrollar aquellos atributos propios del pensamiento crítico como: claridad, exactitud, precisión, lógica, relevancia, profundidad, etc. en vez de creer dogmáticamente en lo que el maestro expresa.

5. Y llegado a este punto, con respecto al concepto de autoridad, deberíamos decir que el desarrollo del pensamiento crítico en los alumnos fortalece la relación maestro-alumno en vez de debilitarla. Las personas que aprenden y descubren “cosas” se sienten agradecidas a quienes le ayudaron. No así quienes se sienten obligados a aceptar “dogmas educativos”.

6. La autoridad de un maestro puede estar fundada en el respeto o en el temor. La primera se logra a través de un proceso que facilite la producción de libre pensamiento en el alumno de manera tal que pueda ampliar su comprensión de la realidad; la segunda solo a través del dogma.

7. Quizás, la máxima capacidad de un maestro sea aquella que orienta a sus alumnos a descubrir cuál es el lugar en el mundo de cada uno y cuáles sus verdaderas vocaciones, a la vez de aportarles herramientas (conceptuales, metodológicas y prácticas) que le faciliten el camino hacia dichos logros.

Amigo, por ahora ¡esto es todo! Espero que podamos seguir nuestro rico intercambio con menos escritura y más oralidad.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

"A un impaciente" (soneto)



Lo que no logres hoy, quizás mañana
lo lograrás; no es tiempo todavía;
¡nunca en el breve término de un día
madura el fruto ni la espiga grana!

No son jamás en la labor humana,
vano el afán ni inútil la porfía;
el que con fe y valor lucha y confía,
los mayores obstáculos allana.

Trabaja y persevera que en el mundo
nada existe rebelde, ni infecundo
para el poder de Dios o el de su idea.

¡Hasta la estéril y deforme roca
es manantial cuando Moisés la toca
y estatua cuando Fidias la golpea!

Manuel de Sandoval
(ver Glosario)

sábado, 1 de septiembre de 2012

Participación: virtudes, aprendizaje y atributos

La idea de mesa ¿incluye las sillas?
Es necesario precisar que los tres conceptos del título están referenciados a la persona, en cuanto ésta es un ser de naturaleza social con aspiraciones de participación en los procesos histórico-sociales de los cuales forma parte.

Participación
Volvemos nuevamente al concepto o macroconcepto que llamamos participación, con la finalidad de acercarnos un poco más a su significado profundo para hacer más accesible el abordaje de los conceptos de referencia.

Entonces, ¿qué relación o relaciones pueden existir entre virtudes, aprendizaje y atributos con el de participación? Para poder responder esta pregunta necesitaríamos primero identificar la naturaleza y/o función de cada uno de estos términos. De esta manera sabríamos qué tipo de lógicas y de apropiadas interrelaciones podríamos llegar a establecer.

La participación (como mencionáramos en “Participación”, 1/Ago/12) es un concepto de categoría superior, complejo, abarcativo e integrador; conformado a su vez por otros sub-conceptos, los cuales -articulados adecuadamente- le dan vida. A su vez, sin ellos, esta macro-idea no podría nunca realizarse, ni como tal ni como propósito (decíamos que para que exista una "cosa" llamada participación, se necesitaba la presencia de un plan).

Atributos, aprendizaje, virtudes
Con relación al concepto de atributo, nos referimos a aquellas características o cualidades que definen, de manera inequívoca, la esencia de un sistema viviente, en este caso, de la persona[1]. Esta característica de “esencial” representa un aspecto de sumo interés pues   la no consideración de éste presupone una degradación progresiva del dicho sistema.

Aprendizaje, representa un proceso con “aspiración de continuidad”, el cual permite desarrollar conocimiento, capacidades y virtudes -de muy diversa índole- para poder dar cumplimiento a las responsabilidades o roles que la persona tiene en su doble ámbito de acción: el natural y el social.

Un adelanto o pequeña síntesis, sería: una persona debe aprender a desarrollar capacidades y virtudes que le faciliten la satisfacción de sus atributos, porque sin el desarrollo de los mismos los logros inherentes a dicha persona se verían seriamente impedidos de realizarse.

Es importante advertir aquí que al usar el término virtud, lo hacemos sin dotar a la misma de connotaciones morales o éticas, sino que, simplemente, nos estamos refiriendo a la capacidad de una persona de realizar una determinada actividad con precisión, efectividad y de una manera responsable, sin hacer juicios de valor sobre la finalidad de dicha acción, a la cual sí se le podrían asignar connotaciones morales o éticas.

El desarrollo de estas virtudes debería incluir, necesariamente, una apropiada articulación de sus tres aspectos: el intelectual (o dominio del pensamiento, que nos permitirá entender el marco, significado y conceptualidad de la virtud), el sensitivo (o dominio de los sentimientos, que nos posibilitará una comprensión y aceptación de la necesidad de “ser virtuosos”) y el físico-corpóreo (o dominio de lo físico, volitivo, que nos dará la oportunidad de tocar virtuosamente algún "instrumento" dentro de la ejecución de alguna  “melodía social”).

Considerando que la persona es aceptada como un ser que piensa, siente y hace, nos resulta bastante obvio entender que una apropiada interrelación de estos tres aspectos produzca un estado de alegría, de satisfacción, de “felicidad” o simplemente un estado de bienestar compartido. En los casos opuestos, por ejemplo cuando se dan tensiones entre “lo que pensamos” y “lo que sentimos”, se suele generar todo lo contrario, angustia, inacción, resistencia, confusión, agresión.

Tres ejes vitales
Por ello hacemos hincapié en este concepto de virtud, pues una clara comprensión de sus beneficios permitiría "configurar" exitosamente nuestros tres ejes vitales sobre los cuales nos desarrollamos como personas, ya que vivimos cuando pensamos, vivimos cuando sentimos, cuando actuamos, vivimos.

Los tres aspectos son vida. Cada uno de ellos aporta “lo suyo” a nuestro ser y a nuestro estar. Lograr armonía entre éstos, es una consecuencia de la manera en que habitamos estos tres ejes; nunca un principio declarativo e inactivo de una especie de "derecho a la armonía" (lo cual, desde este punto de vista, más allá de que pueda ser legítimo, sería irrelevante).

Ahora bien nos quedaría por saber si esta vida, así mostrada, es realmente participante, lo cual es “otro cantar” que deberíamos aprender a “vocalizar”.

Por lo que, para continuar profundizando este “maltratado” concepto de participación (con sus múltiples y contradictorios “bemoles”) faltaría elaborar respuestas o aproximaciones a las siguientes preguntas.

¿La idea de mesa, incluye las sillas?
¿La idea de participación, incluye la virtud? 
¿La idea de virtud, incluye el aprendizaje? 
¿La idea de aprendizaje, incluye los atributos?
¿Y cuáles serían los atributos de la persona desde la pura óptica de una participación genuina?

No considerar esto, nos coloca en una situación muy cercana a lo que podríamos entender como un horizonte de oscuridad cívica.



[1] Este tema lo iremos desarrollando en sucesivas entradas pues, el comprender cuáles son los atributos de la persona -desde el punto de vista de la participación- permite referenciarnos colectivamente de una manera constructiva (no-beligerante).