sábado, 9 de febrero de 2013

¿Sostenibilidad con corrupción? - II


Como continuidad de la entrada anterior, creo necesario aclarar algunas ideas alrededor del concepto de corrupción y de porqué decimos que no puede haber un "Estado sostenible-Ambiente sostenible" si no despejamos la corrupción, tanto del corazón del propio Estado, como de su periferia y de cualquiera de sus "infinitos" rincones donde se tejen fantasiosos sueños de poder.



Somos Estado



En principio, como premisa fundamental, creemos importante remarcar que cada uno de nosotros tenemos el deber de sentirnos incluidos en el Estado. Somos, como ciudadanía, parte del Estado (organizado en cuatro componentes, según dijimos en ¿Sostenibilidad con corrupción?. Ver imagen del título)



Y nosotros, como parte vital del Estado, elegimos de manera periódica -y no siempre con las mejores alternativas a la vista- quiénes van a gobernarnos. Pero elegimos y por lo tanto delegamos. Nosotros. Primera persona del plural.



Por otro lado, decimos que la corrupción (ver Glosario) está asociada indisolublemente al Estado, ya sea por acción o por omisión. Y esto es tan así, que esta corrupción nace y se va desarrollando desde la propia ciudadanía, a través de sus valores, hábitos individuales o aceptaciones colectivas (forjados a lo largo de una historia específica que le imprimió un estilo  particular de manifestarse) y se va haciendo, poco a poco, "carne social" en la medida en que no somos capaces de pararla "en seco", identificándola, mirándola de frente y elaborando conductas que la destierren de nuestra cotidianidad.



La corrupción puede tener el "tamaño y volumen" que permitamos que tenga. Claro que, una inconducta individual, fruto de una circunstancial particular, no necesariamente podría  ser tildada de corrupción, sobre todo si existe la actitud de reconocerla y corregirla. Pero, si esa misma acción, la terminamos aceptando y justificando, seguramente continuaremos repitiendo y consolidando dicha inconducta. 



Esta enfermedad de reafirmación de las inconductas, como hecho aceptado socialmente, es aquello que finalmente termina ascendiendo por la pirámide hasta posicionarse en las más altas jerarquías sociales y de gobierno, reforzando de esta forma, aún más, las causas de esa misma corrupción. Un hermoso circulo vicioso. Y absolutamente corrupto.



Y, desde estos espacios de jerarquía, se las sigue alimentando a través de la satisfacción de todas y cada una de las tentaciones que van apareciendo en los ámbitos del poder. Tentaciones que, en vez de ser enfrentadas desde la fortaleza de "hacer lo correcto" o "lo más justo" -según la función y responsabilidad que se asume como funcionario o gobernante- se la enfrenta desde una debilidad ética y moral, afianzada en ese ciudadano-ahora-gobernante que solo aprendió a "trepar" dentro de una política partidaria incoherente, pagando todo tipo de "peaje" para llegar -lo más rápido posible- a la posición ambicionada y poder zafar, o lograr el tan ansiado éxito o la salvación económica.  Solo o con su grupo de apoyo, no importa cómo. Lo que realmente  importa es “disfrutar, circunstancialmente, de esa falsa sensación de ser diferente y estar a salvo".



Aunque debiéramos saber que, cuando se habla de corrupción, el estar a salvo “para unos pocos” es causa de desgracia “para unos muchos". Y esto, no solo es inaceptable desde todo punto de vista (humano, ético, social), sino que es muy peligroso.



Debilidades y fortalezas



Y ¿qué podemos percibir detrás de la corrupción?



Podemos visualizar la existencia de debilidades propias de aquellas personas indeterminadas éticamente; debilidades que podríamos llamar anti-virtudes y que son las que, en nombre de la democracia, generan desconfianza, indiferencia, anomia ciudadana -con su pesada carga de violencia- y que terminan finalmente asesinando a la participación, eje esencial de todo Estado que se presuma democrático.



Las debilidades a que nos referimos son: la cobardía, el desenfreno, la astucia y el descontrol.

-La cobardía que tiene el significado de incumplimiento sistemático de los deberes y responsabilidades propias de la función que se acepta desarrollar socialmente, sin importar si es en el ámbito público o privado. Significa establecer unas relaciones totalmente inapropiadas entre el ciudadano y el espíritu de las leyes, las que deben estar fuertemente subordinadas a la propia Constitución.

-El desenfreno: que representa la aplicación impune y desmedida de atributos impropios del rol o función que a un ciudadano le toca cumplir y que por lo general van en desmedro del cuerpo social.

-La astucia: como actitud y mecanismo psicológico-mental orientado a evadir toda posibilidad de consenso que permitiera resolver, de forma sostenible y económica para el Estado, los problemas de éste, pero que -se mantiene a toda costa- pues de lo contrario pondría en evidencia las situaciones de prebendas sostenidas mediante la cobardía y el desenfreno.

-El descontrol: que es el resultado lógico de actuar especulativamente (con cobardía, desenfreno y astucia) y que se traduce en la falta de inteligencia, voluntad y compromiso para hacer más justa, progresivamente, la vida social.



Como contrapartida ¿cuáles serían las virtudes necesarias que podrían despejar esta situación? Creemos que son la contrapartida de aquellas, es decir: el valor, la prudencia, la inteligencia y el equilibrio

-El valor, que permite –libre y conscientemente- hacerse cargo de las propias responsabilidades y deberes que corresponden a un propósito común establecido y representado por el espíritu de la Constitución, máxima referencia de las conductas sociales. No debe confundirse valor con arrojo o temeridad.

-La prudencia, para enmarcar nuestra toma de decisiones cotidianas en coincidencia con la Ley, ya sean éstas del orden natural o político-social.

-La inteligencia, que posibilita identificar las causas de aquellos procesos que agreden al cuerpo social, de forma tal de acceder a la mejor solución evitando así acciones reaccionarias que solo potenciarían el problema.

-El equilibrio o armonía social, como resultado lógico de haber desarrollado desde las funciones que nos tocan a cada uno, como ciudadanos comunes o con responsabilidades de conducción, valor, prudencia e inteligencia.



Lo planteado, si bien simple no es fácil, pues está referido a cambios culturales los cuales necesitan de tiempo y a veces, sufrimiento.



Pero, independientemente del tiempo que nos lleve ver los resultados, lo primero que se requiere es un claro y sincero reconocimiento de la situación. A su vez se debe aceptar la imperiosa necesidad de un cambio, con signos de permanencia, y de un plan que nos permita progresar colectivamente, erradicando esta terrible debilidad que logra transformar cualquier sólido fundamento social en un gigante con pies de barro.



Conductas ciudadanas e institucionales



Y entonces, volviendo a la pregunta de cómo la corrupción del Estado repercute e imposibilita la tan declamada sostenibilidad ambiental, llegamos a la conclusión de que se han ido estableciendo con el tiempo un conjunto de relaciones inapropiadas entre los distintos componentes del Estado (y del ambiente por extensión) que mueven sistemáticamente la rueda de la corrupción, provocan contaminación y sostienen la confusión.



Esta rueda podemos imaginarla a través de las conductas de sus dos actores centrales: las instituciones (desde lo orgánico o sistémico) y la ciudadanía (desde lo individual). Actores que deben decidir colectivamente, a través de los canales institucionales, si desean continuar con la especulación a ultranza o si en cambio desean emprender un renovado camino de participación verdadera.



Desde lo institucional (Gobierno) es necesario que se acepten los desafíos, que se generen espacios de participación vinculantes, que se desarrollen políticas de estado inteligentes y que se asignen recursos en cantidad suficiente para que la ciudadanía (acompañada desde las organizaciones) pueda participar de un cambio cierto hacia el dominio de lo sostenible.



Desde la ciudadanía, conjunto soberano de actores, se hace necesario que desarrollemos el pensamiento crítico que nos aleje de dogmas y prejuicios, educarnos en temas sociales y ambientales, generar y fortalecer hábitos apropiados de sostenibilidad, participar de procesos de depuración ambiental trabajando sobre las causas y no contrarrestando permanentemente los efectos negativos de aquellas, desarrollar la atención para poder “mirar y ver” y, quizá finalmente, llegar a  disfrutar de una fiesta que significaría una vida en un ambiente progresivamente saludable dentro de una sociedad progresivamente educada.



Somos Ambiente



A su vez y para cerrar estas ideas, debemos decir que así como expresamos que somos Estado, también deberíamos decir: somos Ambiente.



Porque naturaleza es una cosa, cultura es otra y ambiente es la relación que establece una cultura determinada con la naturaleza. Por lo cual el ambiente es un concepto humano de integración de dos subsistemas. Hoy se está hablando de acoplamiento hombre-naturaleza para intentar aproximarse a un renovado concepto de ambiente. No de hombre “en” la naturaleza, ni de hombre “con” la naturaleza u hombre “y” naturaleza. No, sino de otro concepto, el de unificación de ambas cosas en una nueva perspectiva.



Si en un ejercicio teórico, pudiéramos eliminar al hombre del planeta, lo que quedaría no es un ambiente “libre del hombre”; quedaría una naturaleza sin agentes contaminantes, que es algo muy distinto.



Si pudiéramos darnos cuenta que estamos relacionados de una manera u otra con las cosas externas a nosotros y que los resultados que esperamos alcanzar a través de nuestras relaciones (con objetos o sujetos) dependen del tipo y calidad de las relaciones que establezcamos, entonces empezaríamos quizás a visualizar al ambiente como algo que nos incluye y a su vez como algo propio, de nosotros mismos, pues toda relación es una vinculación de por lo menos dos “puntas”, una de las cuales está en nuestra mente y en nuestros sentimientos. Dentro, nunca fuera.



La misma causa que nos impide decir “somos Estado” es la misma que nos impide decir “somos Ambiente”. Cuando resolvamos una, resolveremos las dos.



Y esto significará que habremos dado el primer paso hacia una vida verdaderamente sostenible, participante, cierta, en donde las referencias válidas para nuestras conductas estarán sólidamente ancladas al mundo de la Ley Natural, principio y fin de la sustentabilidad y no en nuestros prejuicios, nuestras ambiciones y nuestra disfrazada confusión.

sábado, 2 de febrero de 2013

¿Sostenibilidad con corrupción?


Mientras trabajo, suelo escuchar radio. Casi siempre AM, a veces música en FM. En algunos de estos programas, se oyen cosas que disparan ideas. Y esto es lo que pasó hace un rato mientras escuchaba a un periodista entrevistar a un político.

El tema del que hablaban tenía que ver con las siguientes palabras claves: ambiente, sustentabilidad-sostenibilidad, Estado, partidos políticos, sociedad organizada, estrategias de defensa social, elecciones, voto.

La conversación fue llevada por el periodista, esencialmente, hacia las promesas no cumplidas por políticos, respecto de aquello qué iban a hacer (antes del voto) y de lo que realmente hicieron (después de haber sido votados).

Por supuesto que de lo que se trataba era del irracional, nefasto y desmoralizador “truco político preelectoral”, viejo conocido de aquellos que llevamos algunos años en el alma.

Sustentabilidad y Sostenibilidad

Estas dos palabras –que suelen ser utilizadas sin mayores precisiones, como pasó en la audición de radio de referencia- nos dirigen al concepto de ambiente.

Éste concepto -el de ambiente, ya analizado en un texto anterior de este blog- pareciera que no termina de quedar claro (hay tantos intereses de por medio!); y sin lo cual sería dificultoso avanzar hacia la diferenciación de lo que entendemos por sostenibilidad sustentabilidad, ya que -desde nuestra óptica- son dos términos esencialmente distintos que hacen referencia a dominios absolutamente distintos de la realidad.

Reiteramos como base para el análisis, lo ya dicho en Naturaleza, Ambiente y Sociedad (Ago.2012): “el ambiente es el dominio universal en el cual se desarrolla la vida, por lo que o colaboramos o interferimos. Si decidimos colaborar deberemos aprender a participar desarrollando capacidades que nos permitan ser útiles; si decidimos interferir solo necesitaremos reafirmar nuestro actual esquema especulativo”.

En el mismo texto expresábamos una diferencia profunda, tajante, abismal, entre dos conceptos opuestos: especulación y participación. A su vez, relacionábamos el primero con la interferencia al desarrollo de la propia vida y al segundo con la colaboración con ésta.

En este punto es oportuno expresar, a nuestro entender, la diferencia central entre lo sostenible y lo sustentable. Para ello es útil preguntarnos ¿utilizando cuál sistema referencial podríamos establecer esta diferencia? Nos respondemos: con la propia naturaleza, cuyas leyes regulan el conjunto de la vida toda.

Entonces ¿cuál es la diferencia?

Decimos que lo sustentable, lo único que podría considerarse dotado de este atributo, es la propia Naturaleza, cuyos miles de millones de años de historia atestiguan la particularidad de haber generado las condiciones necesarias para el desarrollo y sostén de la vida, en sus diversas manifestaciones. Y -si nadie se opone- todo parece indicar que continuará su camino con esta “raza humana dentro del planeta” o sin ella. Dice un antiguo poema “… y sea que te resulte claro o no, indudablemente, el universo marcha como debiera” (Desiderata).

Lo sostenible en cambio pertenecería al dominio de lo social, cultural, humano. Y es (o sería) el estado óptimo que podríamos lograr y mantener sin provocar más que un mínimo impacto sobre la naturaleza, de forma tal de permitirnos obtener los recursos necesarios para el desarrollo de nuestra vida sin comprometer las posibilidades de las generaciones venideras (Nuestro Futuro Común, 1987).

Y entonces ¿qué hechos, circunstancias o acciones permitirían acercarnos a una vida sostenible, la cual sería –según lo expresado- nuestra máxima aspiración como “sociedad civilizada”?

Es necesario anticipar que la corrupción ¡nos aleja de ella!

Estado y Corrupción (1)

Nos dicen que pertenecemos a un estado democrático y que somos ciudadanos de un estado democrático. Muchos se quedan con ese fascinante sonido que facilita la creación de imágenes y sensaciones halagadoras respecto de nuestra condición, de nuestra situación, pero no de nuestro futuro, el cual se presenta absolutamente incierto.

Bien, pero ¿qué es el Estado? ¿Cuáles son sus componentes? ¿Cuáles relaciones se establecen entre dichos componentes? ¿En qué nos afecta o promueve? ¿Cuáles son nuestras responsabilidades para con él?

Y remarcamos el concepto de Estado pues es él (“nosotros” en última instancia) quien genera, aprovecha y favorece la corrupción o quien intenta ponerle freno y desterrarla, identificando sus causas y despejándolas a través de verdaderas políticas de estado.

Es muy importante y necesario visualizar que la corrupción es un atributo (o mejor dicho un anti-atributo) del propio Estado, el cual está conformado esencialmente por un pueblo (con su historia y circunstancias), un territorio (dotado de recursos limitados) y un poder político, surgido del propio pueblo, organizado jurídicamente (constitución, leyes, instituciones, etc.).

Por lo cual las múltiples y virtuosas/viciosas relaciones entre estos componentes definirán finalmente la condición de salud o enfermedad de una sociedad y un ambiente dados, en un momento histórico dado y en un territorio determinado.

Dicho esto nos preguntamos si un Estado “enfermo” o corrupto (que en este caso sería lo mismo), tiene alguna posibilidad concreta y efectiva de alcanzar un desarrollo sostenible.

La naturaleza es sustentable sencillamente porque en ella hay una ley natural que es “respetada” en toda su profundidad y amplitud. Desde el comportamiento de las partículas subatómicas hasta el viaje cósmico de una galaxia; desde la formación de un cristal mineral hasta el funcionamiento equilibrado de una célula; desde el crecimiento regular de un organismo hasta su decadencia y muerte. En todo el mundo natural, hay una manifestación de orden (palabrita ésta que, a pesar de que fue perdiendo intencionadamente su valor, sigue siendo esencial para el dueto sustentabilidad / sostenibilidad).

Y decimos que, para que sea posible la existencia de la sostenibilidad, debe existir, entonces, un marco de conductas ciudadanas respetuosas de la ley social y del espíritu constitucional/institucional en el cual nos desenvolvemos como personas. Sin respeto a la Ley, no hay sostenibilidad alguna, solo un campo propicio para que florezcan los desvíos y la corrupción, enemiga principal de cualquier idea que pueda querer incluir el concepto de “durabilidad”, como lo es el de sostenibilidad.

Ningún sistema perdura sin conductas que, conocedoras y respetuosas de sus reglas de juego, lo sostenga.

Y volviendo al comienzo, donde hablábamos de promesas preelectorales incumplidas, cerramos este texto expresando a viva voz un mensaje dirigido, en primer lugar a los "políticos con aspiraciones" y en segundo lugar a la misma ciudadanía: 

"Un ambiente sano con aspiraciones de sostenibilidad, comienza con ideas claras –surgidas  de ricos intercambios entre ciudadanía e instituciones, sobre el real significado del ambiente y su conservación-, sigue con acuerdos sectoriales responsables, continúa con el diseño y aplicación de políticas de estado representativas, se enriquece con el aprendizaje, la investigación y la mirada cotidiana de la ciudadanía y sus organizaciones y concluye con una conciencia colectiva sobre esta refrescante forma de vida que tendría un solo y único nombre, mayúsculo, sólido, verdadero: par-ti-ci-pa-ción".

Todo lo demás, pareciera acercarse a un oscuro y malintencionado juego de aquellos que aspiran a la anti-democracia, al anti-ambiente, a la anti-vida.

Desde dónde, hacia dónde

¿Dónde estamos parados? ¿Desde dónde venimos? ¿Qué horizonte imaginamos? ¿Qué estaríamos dispuestos a sacrificar para alcanzar aquello que “decimos soñar”?
-Estamos parados en un “espacio” particularmente especulativo, de naturaleza beligerante, favorecedor de las peores desconfianzas, avasallante, oportunista, inseguro, individualista, turbulento, incierto.
-Este mismo espacio, a su vez y contradictoriamente, está habitado por personas con buenas intenciones, agradable, con deseos de cambio, heterogéneo, colorido, quejoso, emotivo, ruidoso, desordenado.
-Personas que poseen visiones, valores y hábitos heredados de culturas diversas e  historias diferentes, todo lo cual -lógicamente- puede dificultar los entendimientos, pero nunca abolirlos.
-Personas y colectivos que decimos saber qué queremos y anhelamos, pero que no atinamos a lograrlo.
-Indiscutiblemente falta un rol activo, que es el del propio Estado, desde el propio territorio, desde la propia Constitución, desde la misma ciudadanía. Leyes no faltan; la ley Nº 25675, Ley General del Ambiente (de presupuestos ambientales mínimos), existe desde 2002. Observen los conceptos claves de esa norma: preservar, recuperar, mejorar, recursos ambientales, calidad de vida, participación social, uso sustentable de recursos, equilibrio, sistemas ecológicos, diversidad biológica, prevención de efectos nocivos, valores, conductas sociales, desarrollo sustentable, información ambiental, libre acceso a la población, sistema de coordinación.
-Ante tanta declamación ¿qué falta? Solo falta valor y voluntad política de quienes dicen representarnos para que, las loables intenciones expresadas en un desprestigiado documento legal puedan convertirse en efectivas realidades susceptibles de ser conocidas, respetadas y vividas de manera cotidiana por los hombres y mujeres que habitamos este suelo.

En 1939 José Ortega y Gasset nos decía desde una conferencia en La Plata: "¡Argentinos, a las cosas! Queriéndonos significar -hace ya casi 3/4 de siglo- que debíamos dejar cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos, de desconfianzas, todo lo cual mataba (y sigue matando) la fe pública y retrasa el andar hacia una vida plena de los pueblos.

¿Cuáles serán “las cosas” a las cuales debemos dirigir hoy nuestra atención, nuestro esfuerzo, nuestra inteligencia?

Seguramente hacia formas alternativas factibles para construir -paso a paso- un Estado sano, libre de corrupción, con políticos, funcionarios y referentes sociales que demuestren valor, prudencia, inteligencia y capacidad de compromiso para generar en nosotros aquella olvidada satisfacción de pertenecer a una institución y a un suelo donde podamos creer, aprender, crecer, participar, vivir!

¿Será esto ingenuidad? Quizás su verdadero nombre sea utopía, y la percibida ingenuidad no sea más que un atributo necesario de aquella.

(1) Ver Glosario

sábado, 29 de diciembre de 2012

Sobre conductas, felicidad y sostenibilidad


Debido a que la sostenibilidad, sustentabilidad, desarrollo sostenible, desarrollo sustentable, etc. son "sonidos" que se están volviendo omnipresentes en los medios -a la vez que no hay suficiente claridad (y mucho menos acuerdo) respecto de cuales son las causas o factores que permitirían lograr tal estado de cosas- es que subo este texto, pues me parece esclarecedor sus contenidos como así también el simple y contundente enfoque que el Presidente José Mujica (Uruguay) dio sobre el tema en su mensaje de la Cumbre de Río+20, Conferencia de Naciones Unidas por el Desarrollo Sustentable (20 al 22 de Junio de 2012).


Texto del discurso pronunciado por José Mujica

"Autoridades presentes de todas la latitudes y organismos, muchas gracias. Muchas gracias al pueblo de Brasil y a su Sra. Presidenta, Dilma Rousseff. Muchas gracias a la buena fe que, seguramente, han manifestado todos los oradores que me precedieron. Expresamos la íntima voluntad como gobernantes de acompañar todos los acuerdos que, esta, nuestra pobre humanidad, pueda suscribir.

Sin embargo, permítasenos hacer algunas preguntas en voz alta. Toda la tarde se ha hablado del desarrollo sustentable. De sacar las inmensas masas de la pobreza.

¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas? ¿El modelo de desarrollo y de consumo, que es el actual de las sociedades ricas? Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes?

¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? 

Más claro: ¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso posible? ¿O tendremos que darnos algún día, otro tipo de discusión? 

Porque hemos creado esta civilización en la que estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero la economía de mercado ha creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, que significa mirar por todo el planeta.

¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?

No digo nada de esto para negar la importancia de este evento. Por el contrario: el desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica, es política.

El hombre no gobierna hoy a las fuerzas que ha desatado, sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la vida. Porque no venimos al planeta para desarrollarnos solamente, así, en general.

Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida y esto es lo elemental. Pero si la vida se me va a escapar, trabajando y trabajando para consumir un “plus” y la sociedad de consumo es el motor, -porque, en definitiva, si se paraliza el consumo, se detiene la economía, y si se detiene la economía, aparece el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros- pero ese hiper consumo es el que está agrediendo al planeta. 

Y tienen que generar ese hiper consumo, cosa de que las cosas duren poco, porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica, entonces, no puede durar más de 1000 horas encendida. ¡Pero hay lamparitas que pueden durar 100 mil horas encendidas! Pero esas no se pueden hacer porque el problema es el mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que sostener una civilización del “úselo y tírelo”, y así estamos en un círculo vicioso.

Estos son problemas de carácter político que nos están indicando que es hora de empezar a luchar por otra cultura.
No se trata de plantearnos el volver a la época del hombre de las cavernas, ni de tener un “monumento al atraso”. Pero no podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el mercado, sino que tenemos que gobernar al mercado.

Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los viejos pensadores –Epicúreo, Séneca o incluso los Aymaras- definían: “pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho, y desea más y más”. Esta es una clave de carácter cultural.

Entonces, voy a saludar el esfuerzo y los acuerdos que se hacen. Y los voy acompañar, como gobernante. Sé que algunas cosas de las que estoy diciendo, “rechinan”. Pero tenemos que darnos cuenta que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente no es la causa.

La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.

Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay poco más de 3 millones de habitantes. Pero hay unos 13 millones de vacas, de las mejores del mundo. Y unos 8 o 10 millones de estupendas ovejas. Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una penillanura y casi el 90% de su territorio es aprovechable.

Mis compañeros trabajadores, lucharon mucho por las 8 horas de trabajo. Y ahora están consiguiendo las 6 horas. Pero el que tiene 6 horas, se consigue dos trabajos; por lo tanto, trabaja más que antes. ¿Por qué? Porque tiene que pagar una cantidad de cuotas: la moto, el auto, y pague cuotas y cuotas y cuando se quiere acordar, es un viejo reumático –como yo- al que se le fue la vida.

Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana? Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor arriba de la Tierra, de las relaciones humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental.

Precisamente, porque ese es el tesoro más importante que tenemos, la felicidad. Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana.

Gracias".

miércoles, 12 de diciembre de 2012

A veces

Paloma de la paz (Picasso).
1.
A veces, en algún momento del año, uno hace balances.
A veces, sigue con la misma inercia ¡sin detenerse un minuto siquiera!
A veces uno piensa qué cosas sienten los seres que nos importan.
A veces, uno siente -además- de qué se trata todo aquello que piensan.
2.
A veces, solo a veces, uno tiene un destello de luz con significado.
A veces, uno siente en plenitud y coincidencia aquello que el destello irradia.
A veces, cuando obedecemos este impulso, nos volvemos coherentes.
A veces, ¡uno siente deseos de repartir abrazos a diestra y siniestra!
3.
A veces, uno siente algo y no sabe qué nombre ponerle.
A veces, acierta con el nombre y siente que el pecho se expande.
A veces, entonces, uno piensa, siente, dice y actúa en coincidencia.
A veces, cuando esto sucede, ¡somos invencibles!
4.
A veces, quizás muchas veces, ¡ignoramos lo que sentimos!
A veces, muchas veces, debiéramos preguntarnos qué estamos haciendo y para qué.
A veces, cotidianamente, la falta de respuestas, nos debilita.
A veces, cotidianamente, debiéramos aprender a reflexionar y decidir.
5.
A veces sentimos que decidir es elegir la siembra.
A veces, nos damos cuenta que sembrar es elegir la cosecha.
A veces, ¡repudiamos la mala cosecha sin reparar en la mala siembra!
A veces, nos falta voluntad, atención e inteligencia para diferenciar las semillas.
6.
A veces, solo a veces (siete veces tres)… ¡Somos humanos!

¡Con el sentido anhelo que lleguemos a convertirnos en humanos permanentes!
Fin de año de 2012

viernes, 23 de noviembre de 2012

La Defensa Civil



Emblema Internacional de Protección Civil, tal como se define en la constitución de la Organización Internacional de Protección Civil.

Hoy 23 de Noviembre es el día de la Defensa Civil.

Investigando un poco sobre el origen y significado de esta efeméride surgieron algunas preguntas que deseo compartir pues, como siempre, el uso que hacemos del lenguaje y el significado que asignamos a las palabras suelen aclarar y generar conocimiento o confundir y provocar sopor mental. Sopor, que se contrapone con el anhelo de un tipo de comunicación interpersonal que favorezca y haga progresar el pensamiento crítico, pilar de una sociedad madura, responsable, comprometida.

Digo esto con el deseo de no perder de vista el origen y etimología de ambos términos que, por su alto valor individual, si al reunirlos lo hacemos degradando sus significados originales, degradamos finalmente la unión de éstos y por lo tanto su conceptualidad, la cual creo necesaria mantener como referencia.

La civilidad ¿qué incluye? y la defensa ¿qué significa?

Por alguna extraña causa el término civilidad tiene dos significados. Uno actual y otro en desuso. El actual se refiere a “sociabilidad, urbanidad” y el que se encuentra fuera de uso “miseria, mezquindad, grosería”. Por lo cual lo civil quedaría relacionado con la persona como sujeto social-urbano o con la persona como sujeto generador de miseria, mezquindad y groserías.

A su vez, con relación al concepto de defensa, de entre sus muchos significados rescatamos dos que parecen completar un marco simple para el análisis. Por un lado significa amparo o protección; por otro lado se vincula a cualquier instrumento que permite a alguien defenderse de un peligro.

La pregunta que aparece entonces es “¿De cuáles peligros debemos defender a la civilidad para lograr un resultado que pueda denominarse defensa civil?”

La defensa civil está relacionada generalmente con el concepto de protección civil, el cual -según la OIPC (Organización Internacional de Protección Civil)- es: “el sistema por el que cada país proporciona la protección y la asistencia para todos ante cualquier tipo de desastre o accidente, así como la salvaguarda de los bienes del conglomerado y del medio ambiente”.

Debemos agregar –para mayor claridad- que este concepto surge en el Protocolo 1, anexo del Tratado de Ginebra (1949), lo cual deja claro que se refiere a la “protección a las víctimas de conflictos armados internacionales” y que su idea es complementar las tareas humanitarias de la Cruz Roja (1863). Por extensión, el concepto de defensa civil  se relaciona con aquellos aspectos vinculados al apoyo que se le suele dar a poblaciones que habitan zonas vulnerables para hacer frente a determinados desastres naturales o andrógenos (provocados por el hombre).

Estamos en condiciones entonces de hacer una comparación entre conceptos y significados:

Concepto
Uso  Reactivo
Uso Preventivo
Defensa
Instrumento o acción que permite defenderse de un peligro
Amparo, protección
Civilidad
Miseria, mezquindad, grosería
Sociabilidad, urbanidad

¿Por qué hablamos de uso reactivo y de uso preventivo? Porque son dos visiones opuestas de la misma realidad. O una u otra. El tema es elegir cuál de los dos es el mejor en cuanto a eventuales resultados. Cuál de los dos puede favorecer lo sostenible y cuál no.

El primer uso está caracterizado por acciones cuya finalidad inmediata es contrarrestar los efectos adversos, mientras que el segundo presupone manejar causas, evitando o intentando evitar tales efectos. El primero habla de acciones para resolver un problema circunstancial. El segundo de acciones para evitar que aparezca el problema.

Los peligros que puedan amenazarnos provenientes de la miseria o mezquindad que pueda existir en nuestro medio, no dejan de ser efectos lógicos y “naturales” de un sistema incoherente, desarticulado, ineficiente y no solidario del cual parecería que debemos defendernos en vez de sentirnos protegidos por él.

En cambio el amparo o protección de la sociabilidad y de la urbanidad, representaría una inteligente acción preventiva que –a través de planes apropiados-  permitiría despejar del medio, progresivamente, los peligros y amenazas.

Amparar y proteger la sociabilidad y la urbanidad serían entonces acciones propias de políticas de Estado orientadas a mejorar sustancial y verdaderamente la calidad de vida de nuestra gente.

Es nuestra la elección ¿seguimos contrarrestando efectos o aprendemos a manejar causas?

viernes, 5 de octubre de 2012

"Día del Camino"

Hoy 5 de Octubre, es el "Día del Camino". Si bien su origen está referido al Primer Congreso Panamericano de Carreteras que se realizara en la ciudad de Buenos Aires  en el año 1925, el concepto de por sí, tiene desde siempre, un simbolismo más profundo que se relaciona con la propia vida.

Con un poema de Yupanqui, viejo y reconocido explorador de caminos, significados y tiempos, intento este pequeño aporte con la idea de facilitar la recuperación de algunos aspectos de nuestra memoria individual y colectiva, tanto histórica como prospectiva.

Digo histórica por el doloroso olvido cultural que nos evidencia los contenidos del propio poema. Y hablo de prospectiva, porque creo que la memoria debe ser entendida también como aquello que debemos recordar para hacer o para no repetirLa memoria no solo está formada de recuerdos.

La importancia de la memoria del pasado radica en el conocimiento que nos aporta sobre  el camino recorrido para llegar hasta donde hoy nos encontramos, disfrutando de los aciertos y aportando elementos para corregir los errores. 

La memoria del presente nos facilita la comprensión de nuestras circunstancias y la disponibilidad de aquello que necesitamos en la realización de nuestras actividades. 

La memoria del futuro, por último, nos permite tener siempre presente hacia dónde nos dirigimos y para qué lo hacemos.

Quizá la memoria de mayor peso en nuestra vida –a contrapelo de lo que nos enseñaron- no sea la "histórica" sino la "prospectiva impactando en nuestro presente", ya que nos posibilita -paso a paso- ir descubriendo cuáles son las mejores decisiones para alcanzar nuestro destino, de manera tal de poder evitar la tentación de desvíos prometedores que nos alejen de nuestros verdaderos sueños.

Los dejo ahora con Don Ata.

Caminito del Indio
        
Caminito del indio,
sendero coya
sembrado de piedras.
Caminito del indio
que junta el valle
con las estrellas.

Caminito que anduvo
de sur a norte,
mi raza vieja
antes que en la montaña
la Pachamama
se ensombreciera.

Cantando en el cerro
llorando en el río,
se agranda en la noche
la pena del indio.
El sol y la luna
y este canto mío
besaron sus piedras,
camino del indio.

En la noche serrana
llora la quena
su honda nostalgia.
Y el camino sabe
cuál es la coya
que el indio llama.
Se levanta en la noche
la voz doliente de la baguala.
Y el camino lamenta
ser el culpable de la distancia.

Atahualpa Yupanqui (1926)