lunes, 23 de marzo de 2015

Amenaza, vulnerabilidad y riesgo



El aluvión del 15/2
El 15/Febrero pasado, el corredor de las Sierras Chicas[1] dio el puntapié inicial a una serie de desastres de origen ambiental que sacudió luego a toda la provincia de Córdoba. El aluvión[2] significó una nueva frustración que obligó a la gente a ver, impotente, cómo el agua le llevaba sus afectos, su casa, sus muebles, sus esfuerzos. Por otro lado, tuvo que ver también cómo se instalaba en sus vidas el temor, la angustia y la incertidumbre.

No es nuestra intención, analizar responsabilidades personales (aunque sí podríamos definir, con argumentos sólidos, una cadena de responsabilidades). Sí lo es, en cambio, poner en evidencia un marco referencial de análisis y algunos conceptos centrales que pueden aclarar el origen y desarrollo de este proceso y de qué manera es posible disminuir los impactos negativos a futuro (un futuro que es tan real como este presente).

Es por ello que, con la mayor sencillez que podamos, les presentamos un esquema que explique qué es una amenaza, qué significa vulnerabilidad y qué riesgo. A su vez, describiremos el significado de evento y de desastre, como también el de prevención y mitigación.

Amenaza
Se entiende por amenaza a todo “factor de riesgo externo de un sujeto o un sistema, representado por un peligro latente asociado con un fenómeno físico de origen natural, tecnológico o provocado por el hombre, que puede manifestarse en un sitio específico y en un tiempo determinado, produciendo efectos adversos en las personas, los bienes, y/o el medio ambiente” (Cardona O.D., 1993).

Las amenazas están asociadas a fenómenos de origen geológico producidos por sus ciclos naturales; a fenómenos de origen geológicos inducidos por la acción del hombre o a fenómenos que no tienen origen geológico pero que modifican el ecosistema (sistemas artificiales como por ejemplo obras de ingeniería de cualquier tipo).

Citemos algunos tipos de amenazas:
-Atmosféricas: granizo, tornados, lluvias.
-Hidrológicas: inundaciones, erosión-sedimentación, sequia, desertificación.
-Sísmicas: fallas, temblores, licuefacción de suelos, tsunamis.
-Volcánicas: flujos de lava, lluvia de cenizas, temblores, flujos piroclásticos, corrientes de barro.
-Otras geológicas-hidrológicas: deslizamiento de taludes, hundimientos, avalanchas, deslizamientos submarinos, hundimientos de tierra.
-Incendios: matorrales, bosque nativo.

Blaikie (1996) considera que la amenaza es un fenómeno caracterizado por: intensidad, severidad, época, períodos de recurrencia y duración.

Iremos analizando a continuación las relaciones entre amenaza, vulnerabilidad y riesgo.

Vulnerabilidad
Rápidamente podemos entender el concepto de vulnerabilidad como la cantidad de daño que puede sufrir una comunidad frente a un evento determinado, o la condición de peligro en que se encuentra una comunidad frente a la ocurrencia de una amenaza.

La vulnerabilidad se relaciona directamente con el grado de fragilidad de sus componentes (como la infraestructura, el grado de organización, los sistemas de alerta, el desarrollo político-institucional, el nivel de participación social, el conocimiento territorial, etc.) y de las relaciones que se establecen entre éstos.

Podemos decir que a mayor nivel de organización preventiva de una comunidad menor es su vulnerabilidad y, en sentido inverso, a mayor desconocimiento del territorio y fragmentación e incomunicación de sus componentes, mayor será su vulnerabilidad.

El caso de las Sierras Chicas es un claro ejemplo: la combinación de factores tales como fragmentación jurisdiccional del corredor, bajo conocimiento sistémico del territorio, ausencia de planes integrados de contingencia, entre otros, produce una elevada vulnerabilidad.

Podemos hacer una analogía entre vulnerabilidad y la relación entre fortalezas y debilidades de una comunidad. A mayor cantidad de fortalezas (conocimiento, conciencia, planes de contingencia, etc.) menor vulnerabilidad. A mayores debilidades (desconocimiento, indiferencia, ausencia de organización preventiva, etc.), mayor vulnerabilidad.

Como vamos viendo, la disminución de la vulnerabilidad se vincula de forma innegable con la participación social, ya que una elevada participación presupone una conciencia progresiva de los riesgos, de las condiciones y de las necesidades que se requieren en una comunidad. Claro que, debemos entender a tal participación, no como una expresión de anhelo social sino como una realidad palpable, en la cual vecinos y gobierno puedan comunicarse con respeto y celeridad, y establecer consensos para realizar acciones efectivas en beneficio de la misma comunidad.

Riesgo
Introduzcamos ahora una fórmula sencilla para entender los conceptos que faltan desarrollar.



Debemos entender el riesgo como una contingencia, un daño potencial probable o la probabilidad de una pérdida. Desde  nuestro punto de vista, según la fórmula precedente, el riesgo es la relación entre una amenaza determinada y el nivel de vulnerabilidad de una población frente a la misma.

Una población de las sierras de Córdoba, por ejemplo, puede tener “riesgo cero” (el cual en la realidad no existe) frente a un tsunami y un elevado riesgo frente a un aluvión o al deslizamiento de taludes en caminos de montaña. Es decir no hay un solo índice de riesgo, sino que cada tipo de amenaza debe ser estudiada en particular para poder definir el nivel de riesgo que corresponda en cada caso.

Otros dos conceptos importantes son el riesgo aceptable y la aceptabilidad del riesgo.

El primero podemos entenderlo como el valor de la probabilidad de las consecuencias sociales, económicas o ambientales que, a juicio de la autoridad que regula este tipo de decisiones, es considerado lo suficientemente bajo para permitir su uso en la planificación, la formulación de requerimientos de calidad de los elementos expuestos o para fijar políticas sociales, económicas y ambientales afines (Cardona O.D., 1993). Por lo cual, debemos considerar que es necesario definir para cada tipo de amenaza, cuál es el riesgo aceptable que la comunidad admitirá en cada caso. Nuevamente, el concepto de participación es clave.

El segundo, depende del grado esperado de desestabilización (impacto) y de la relación costo/beneficio al comparar el costo de las medidas de mitigación (donde se actúa tanto sobre la amenaza como sobre la vulnerabilidad para disminuir el riesgo) y del valor previsto del riesgo (Cardona O.D., 1993).

Como puede observarse, el grado de aceptabilidad del riesgo es específico de una comunidad y de su disposición a asumirlo, todo lo cual le quita algo de objetividad al concepto de riesgo y lo vuelve aún más relativo.

Evento y desastre
Siguiendo la fórmula, observamos que ante un nivel de riesgo específico para una determinada amenaza, en un determinado marco de vulnerabilidad, cuando ésta ocurre se transforma en evento, es decir se pasa de un peligro latente (amenaza) a un hecho consumado (evento), el cual produce unas determinadas consecuencias que denominamos desastre.

Por lo que, el desastre corresponde a las consecuencias extremas reales del impacto de un evento de magnitud específica y como tal genera una situación de crisis que se traduce en alteraciones extremas del funcionamiento habitual de esa comunidad.

A su vez, debemos recalcar el hecho de que un desastre nunca es repentino, puesto que siempre resulta del desarrollo progresivo de una situación de vulnerabilidad, la cual es revelada en el momento del impacto y de la evaluación del desastre.

Prevención y mitigación
La prevención (que es una mirada prospectiva) corresponde al análisis y definición de un conjunto de medidas y acciones para evitar que un riesgo se materialice en desastre.  Estas medidas son aplicables a la amenaza y/o a la vulnerabilidad. 

La prevención presupone un estudio riguroso de tres aspectos del tema:
(a) La evaluación de las amenazas para identificar la ubicación, severidad y posibilidad de ocurrencia de un evento natural en un período de tiempo dado.
(b) La evaluación de la vulnerabilidad para estimar los daños que pueden ser causados por un evento natural de cierta severidad (daños personales,  a la infraestructura, a las actividades económicas, procesos, etc.).
(c) La evaluación del riesgo, para estimar la probabilidad de las pérdidas esperadas dado un evento natural determinado.

La evaluación de amenazas debe basarse en una modelación geológica-geomorfológica, en el marco de la neotectónica[3], como trabajo previo que permita sostener y asignar significar apropiados a los demás estudios.

La mitigación (como una mirada correctiva) es un conjunto de medidas y acciones tendientes a disminuir los niveles de riesgo existentes y se aplican a la amenaza y a la vulnerabilidad. Estas medidas tienden a lograr niveles de riesgo aceptables.

Conclusiones
Hemos descrito brevemente los principales aspectos sobre el significado de amenazas, vulnerabilidad y riesgos en que pueda encontrarse una comunidad.

La finalidad de este breve texto, fue aportar alguna base de conocimiento desde la óptica de las Ciencias Geológicas, apoyado en varias décadas de práctica profesional. Aquellos que estamos vinculados a las ciencias naturales, sabemos que la naturaleza siempre avisa. Hay que saber escuchar. Hay que estar atento a su “lógica natural” por cierto distante de nuestra “lógica urbana”. Debemos desarrollar hábitos preventivos, abandonando los hábitos reactivos propios de nuestra cultura política y social.

Ya es tiempo de entender al futuro como aquel lugar en el cual pasaremos el resto de nuestras vidas. Necesitamos despertar, lo cual solo significa abrir los ojos para ver. Aunque para ver con claridad nos haga falta algo de luz, como conocimiento de la realidad, única manera de dar pasos firmes hacia una vida más segura, justa, saludable y cierta.

Más vale prevenir que curar, reza el dicho popular. Prevenir no es solo evitar curar, significa antes que nada, libertad social, participación social, satisfacción social. 


Citas bibliográficas
*Cardona O.D., 1993, Manejo ambiental y prevención de desastres: dos temas asociados, Anexos: Los desastres no son naturales, La Red, pp. 75-93
*Blaikie P. et al., 1996, Vulnerabilidad. El entorno social, político y económico de los desastres, La Red, 374 p.


[1] Las principales localidades del corredor ubicadas aguas abajo del Dique la Quebrada son: Río Ceballos, Unquillo, Mendiolaza, Villa Allende y Saldán (Córdoba, Argentina).
[2] Cayeron en la cuenca del Dique La Quebrada unos 320 mm en menos de 12 horas en un dique que estaba colmado y que, por ello, no pudo contener la avenida de agua, la cual se desplazó aguas abajo devastando las localidades del corredor.
[3] Disciplina que estudia la dinámica actual de la corteza terrestre mediante la utilización de diversas metodologías, Integrando conocimientos de geodinámica y geofísica, petrología, geología estructural, geomorfología, hidrogeología, sedimentología, vulcanismo, entre otras. Su importancia radica en que permite construir una visión actual de los procesos geológicos que influyen en una zona específica (localidad, proyecto u obra) permitiendo así la identificación de amenazas y la valorización diagnóstica de riesgos.