domingo, 7 de julio de 2013

¿Colibríes o dinosaurios? (Enero/1999)

Nota: este artículo es parte de un ensayo titulado “El Estado Viviente”,
que escribiera en 1999. Lo subo al blog pues creo que aún es vigente.

Si la imaginación y la voluntad entraran en lucha, triunfaría siempre la primera, 
pues para poder hacer primero es necesario ver

Casi sin darnos cuenta, en estos últimos años, hemos ingresado a un “mundo distinto”. Un mundo cuyos representantes, voceros y gurúes -casi insistentemente- intentan subyugarnos con formas, colores y sonidos que, según dicen, llegan desde el futuro.

Nos prometen -provocativa y casi escandalosamente- un abanico mágico de tecnológicas soluciones virtuales a problemas que, por su naturaleza y condición, parecieran no poder resolverse íntegramente por estos medios, pues su esencia -sin lugar a dudas- está más cerca de "la persona y lo social" que de "la computadora y lo tecnológico".

Este “mundo distinto” podríamos visualizarlo -para mejor comprenderlo- a través de dos aspectos complementarios. Uno material, como sumatoria de elementos que hacen a la conformación física del mismo, y otro intencional, como finalidad o propósito que -en algún momento particular de su historia- le imprime una dirección y un sentido específico. Ambas partes, finalmente, se vinculan a través de una tercera categoría de aspectos como son los metodológicos (y/o tecnológicos), los cuales permiten que la intención pueda manifestarse como realidad objetiva.

Estos tres aspectos (el intencional, el metodológico y el material) están indisolublemente ligados entre sí y, cada uno de ellos, aporta su naturaleza y funcionalidad al conjunto, para que éste pueda conformarse y aflorar como una unidad. Las relaciones que se establezcan entre éstos, darán como resultado un determinado nivel de respuesta del “objeto en cuestión” a las demandas que lo originaron.

Partiendo de este esquema como premisa -y aceptando el mismo como punto de partida para reflexionar sobre algunos aspectos de la realidad- podríamos plantearnos diversos interrogantes en relación a este “mundo distinto”.

Como el mismo tiene ya vida propia y nosotros, queramos o no, estamos incluidos en él, es que partiremos de aquello que “vemos” (como son los aspectos materiales del mismo) para tratar de acercarnos, de una manera lógica, a sus aspectos no materiales con el fin de elaborar estrategias que nos permitan ubicarnos, movernos y actuar inteligentemente en él.

Partiremos de algunas características que lo distinguen y diferencian del otro  mundo -el conocido, el todavía presente, el viejo mundo- del cual parecería que muchos, de una manera sospechosa, desean huir rápidamente.

Este "mundo distinto" se manifiesta a nuestros ojos de diversas formas. Algunas características observables son: globalización (básicamente en relación a la comunicación e intercambio de información y cada vez más en lo económico, comercial, político, jurídico), mayor tecnología de punta en nuestra vida cotidiana, automatización de cada vez más procesos de todo tipo y objeto, aparición (paulatina y sobre todo en la gente joven) de nuevos hábitos y costumbres sociales e individuales propias de un nuevo ritmo de vida, mayor individualismo, pérdida del sentido de pertenencia a una determinada sociedad, organización o grupo, corrimiento de ciertas actividades propias del funcionamiento económico hacia formas todavía no muy bien comprendidas (teletrabajo, teleformación, nuevas formas de comercializar productos y servicios), etc.

Asimismo, podemos –como contraparte- observar otro tipo de variables complementarias como son: mayor concentración de la riqueza, desempleo en aumento sin posibilidades concretas de resolver tal situación de una manera permanente, un Estado cada día más ausente de sus funciones naturales (seguridad, educación, salud, etc.) sobre todo en países emergentes, un  mundo cada día más privado que se parece cada vez más a un inmenso mercado persa que a un espacio de participación y desarrollo ciudadano.

Como resultado de las complejas relaciones que se van dando entre estos componentes, se comienzan a vivir situaciones en donde la tendencia -en amplios sectores de la sociedad- pareciera apuntar a la incomunicación y a la soledad, a la intolerancia y violencia, a la desconfianza e incomprensión. Y ante esto, "las comunes personas de carne y hueso", nos preguntamos ¿cómo participar humanamente de este complejo mundo actual, sin perder lo que nosotros consideramos valioso como la estabilidad, la seguridad, el trabajo, la solidaridad, la posibilidad de investigar y estudiar, la salud, el ocio creativo y otros tantos aspectos de nuestra vida que hoy se encuentran insatisfechos?

¿Quién nos orienta sobre cuáles hábitos, capacidades o virtudes deberíamos desarrollar para hacer frente a este acelerado cambio sin que el mismo nos "pase por arriba"? ¿Qué institución, organismo o persona nos puede brindar respuestas sinceras y "exentas de ocultos intereses" a nuestra creciente incertidumbre? ¿Dónde está el Estado, ese mismo Estado que aparece tan claramente explicado y tan convincentemente descrito en los libros de Educación Cívica de los chicos del secundario?

Es seguro que encontrar las respuestas a "tanta pregunta" no sea un trabajo sencillo. Posiblemente, porque nos encontramos inmersos en medio de una "tempestad global" (de carácter político, económico, jurídico, social) que nos hace sentir impotentes, inseguros y angustiados, y sin la posibilidad concreta de poder visualizar un puerto conocido al cual dirigirnos.

Y éste quizá sea el nudo de la cuestión: no poder ver a dónde nos dirigimos, no saber qué nos espera en el camino, no tener mecanismos seguros para avanzar. Quizá, como se sostiene, estemos ante un cambio histórico de paradigmas, ante un cambio en los modelos de referencia (institucionales, humanos y conceptuales) para relacionarnos y poder resolver aquellos aspectos diarios de la realidad.

Debemos saber (¡debemos intentar saber!), a dónde queremos llegar. Solamente a partir de este conocimiento podremos diseñar pautas y establecer planes de acción inteligentes para andar el camino, porque sin visión no es posible la acción, sin acción no es posible el camino, sin camino no es posible el futuro, sin futuro… ¿qué sentido tiene el presente?

Las diferencias entre aquellos que ven el horizonte y aquellos que caminan viendo solamente su entorno inmediato, es muy grande, abismal.

Los primeros son como esos colibríes multicolores que -con una estructura física casi etérea- se desplazan a grandes velocidades de un sitio a otro dentro de un medio en donde no parecieran existir fronteras ni fricción alguna. Ellos ven, casi en un único instante, dónde están y a dónde quieren ir. El llegar a destino pasa a ser un hecho secundario y circunstancial. La visión -que permite la rápida decisión- es lo verdaderamente importante y esencial. El colibrí "ve" -desde su posición privilegiada- objetos, fenómenos y relaciones que desde la superficie es imposible visualizar.

Esto lo hace fuerte a pesar de su aparente debilidad.

Los otros, como los grandes saurios del pasado, son animales de superficie, caminadores pesados, oscuros, de estructura compleja y lenta, que se mueven con una visión limitada de su realidad, debido -probablemente- a la combinación de factores propios de su naturaleza y de factores externos que actúan como verdaderas interferencias a su desplazamiento. El saurio no puede ver desde su posición más allá de sus propias narices

Esto lo hace débil a pesar de su aparente fortaleza.

El colibrí frente al gran saurio. La "aparente debilidad" frente a la "aparente fortaleza". La visión esclarecedora frente a la acción casi ciega. El reino de lo “mágico” -como concepción de procesos de tiempo mínimo- frente al reino de lo burocrático -como concepción de procesos de visión mínima-. El futuro prometedor o el presente desesperanzado. La participación plena o la especulación interesada. La firme apuesta por la vida o el firme vínculo con la muerte.

Ésta es la disyuntiva de hoy: ¿colibríes o dinosaurios? Unos "intentando ver el futuro". Los otros "sólo pudiendo ver el presente".

Las preguntas claves a responder -o por lo menos a plantear para su reflexión y análisis- quizás sean ¿cuáles actitudes deberemos erradicar de nuestras vidas y cuáles incluir para adquirir la "virtud" del diminuto colibrí? ¿Cuáles aptitudes y capacidades nos serán útiles en este nuevo medio del cual ya somos parte directa o indirectamente? ¿Cuáles hábitos, prejuicios o conceptos será necesario que abandonemos, corrijamos o desarrollemos para evitar extinguirnos como el saurio caminador?

¿Cuál plan es posible, cuál impropio, cuál factible?

Creemos que hoy, nosotros, los ciudadanos del Estado Democrático, nos encontramos frente a un desafío mayor y una oportunidad única: la de plantear preguntas acertadas y analizar las mismas con valor, prudencia e inteligencia para descubrir las respuestas justas que nos permitan decidir -en el momento preciso- qué hacer frente a este presente amenazador.

Debemos evitar los riesgos de las decisiones improvisadas e inmaduras, fruto de la especulación interesada, la ambición desmedida y el apresuramiento oportunista que aquejan generalmente a aquellos cuya visión es nula o se encuentra a contrapelo de la realidad, de la historia y fundamentalmente del futuro


domingo, 30 de junio de 2013

Ironía, beligerancia y comunicación

Ironía.
(Del lat. ironia)
1. f. Burla fina y disimulada (ademán, palabras, acción con que se procura poner en ridículo a alguien).
2. f. Tono burlón con que se dice.
3. f. Figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice.
Beligerante.
(Del lat. belligerans, -antis)
1. adj. Dicho de una nación, de una potencia etc. que está en guerra.
2. adj. combativo (dispuesto o proclive al combate, a la contienda o a la polémica)
.
La ironía en Argentina parece ser una invitada que día a día se ha ido adueñando de lo que es nuestro espacio, nuestro territorio, nuestra intimidad. A pesar de su tono picaresco (ese suele ser la primera impresión que causa) se la termina percibiendo como invasiva, agresiva, desubicada y no predispuesta al diálogo respetuoso. Más bien todo lo contrario, lo que suele molestar o irritar los ánimos de quienes aspiran a vivir en paz y tratando de comunicarnos “en serio” para resolver las cosas que debemos resolver “en serio”. Las bromas, por un rato o a lo largo de un día de fiesta, suelen ser un refresco para el alma, pero cuando se pretende que vivamos en broma, la ironía suele convertirse en muchos casos en un verdadero hastío para el espíritu.

Y hoy, pareciera ser que si no se es irónico, no se puede comunicar nada. Esta forma de transmitir ideas a través de cierto tono burlesco, se ha convertido en un virus que afecta a casi todos los medios, sean estos radios, TV, gráfica, blogs, páginas web, etc. Inclusive nuestras charlas cotidianas con familia, amigos, vecinos y relaciones sociales. Todos quieren ser chistosos. Es más, hay comunicadores que no logran sostener una entrevista completa si no interrumpen a su entrevistado, a cada instante, con alguna “salida” con pretensiones evidentes de mostrar un "fino sentido del humor". Aunque su entrevistado sea un científico que, se nota a todas luces, está haciendo un gran esfuerzo en comunicar “lo suyo” de una manera simple a la audiencia. No importa.

Pareciera ser parte de las premisas actuales: “no tires mala onda”, “mejorá tu sentido del humor”, “no te tomes las cosas tan a la tremenda”. Y todas estas frases –cargadas de lógica, sentido y  buena voluntad-  terminan por convencernos que “debemos ser graciosos” para alegrarnos la vida.

Cuando a uno le toca actuar de anfitrión y hace los esfuerzos correspondientes para recibir con amabilidad, calidez y respeto a los invitados, suele ser muy molesto que aparezca algún "comediante" que todo lo que sabe hacer es interrumpir de forma  inoportuna con chistes y ocurrencias que, aunque sean muy buenos al comienzo, suelen terminar fastidiando los ánimos.

Porque, ante las dudas que nos aparecen sobre las motivaciones de quienes intentan ser graciosos a ultranza, surgen algunas preguntas, como por ejemplo:
- A la ironía ¿se la suele utilizar más como burla o como figura retórica?
- ¿Qué se piensa que puede provocar una frase irónica en el ánimo de quien escucha?
- ¿Siempre será de risa o admiración por la “inteligencia” de la frase?
- ¿Provocará otro tipo de sensaciones o de sentimientos?
- ¿Para qué sirve la ironía en un ámbito comunicacional? Y sobre todo cuando es institucional ¿corresponde, no se puede tomar como falta de respeto a quien no está de acuerdo con lo que decimos?
- Es decir ¿siempre es válida su uso o solamente en circunstancias particulares?
- ¿Puede generar reacciones imprevistas en nuestro interlocutor?
- ¿Cómo afectará una ironía a alguien que está de buen humor y cómo a alguien que está cansado, fatigado o molesto por algo?
- ¿Por qué la gente suele ser irónica? ¿O hay una “para qué” por detrás?
- ¿Será que el lenguaje ha perdido fuerza y significado, haciéndose necesario un refuerzo mediante expresiones que den a entender “lo contrario” de lo que queremos expresar?
- ¿Y qué impacto produce en el oyente cuando quien habla recurre sistemáticamente a esta forma de expresión?

Hoy la ironía parece ser parte de nuestra idiosincrasia. Somos irónicos, aunque quizás no nos demos cuenta del impacto que una ironía sostenida y sistemática puede provocar en quien o quienes nos escuchan. La ironía puede ser usada apropiadamente como un ariete en situaciones particulares donde sea necesario  “romper defensas” que puedan impedir el encuentro, o quizás, para distender una situación que se torna demasiado tensa.

Pero, lo que no puede entenderse, es que se convierta  en el centro de atracción de toda comunicación constructiva entre aquello humanos preocupados por descubrir alguna fórmula que facilite las mejores relaciones interpersonales.

martes, 21 de mayo de 2013

Principio de Equidistancia Participativa


Son tres los conceptos incluidos en el Principio de Equidistancia Participativa(1):

-El Principio: entendido como un punto de partida hacia el logro de un propósito común.
-La Equidistancia: como la propiedad que tienen todos los puntos de la superficie de una esfera de estar a igual distancia de su centro. 
-La Participación: como un estado de libertad que permite la identificación y manifestación de las vocaciones individuales de los miembros de una comunidad, lo cual facilita la alegría del encuentro, la felicidad en el trabajo y un refrescante estado de bienestar compartido.

El Principio de Equidistancia Participativa, entonces, podría ser definido como un “sencillo juego” que se propone mostrar una forma de establecer relaciones interpersonales con un mínimo de fricción, un máximo de eficacia y una condición de oportunidad para desarrollar una vida más constructiva, más sostenible, más cierta.

Pero esto requiere de algunas premisas básicas para los jugadores: 
(a) la necesidad de aprender un nuevo paradigma de relación, 
(b) la de construir un tipo de conocimiento más apropiado, 
(c) la de mantener un constante respeto y 
(d) la de observar atentamente algunos valores organizados a través de determinadas reglas de juego.

Y ¿cómo “juegan” estos conceptos para que puedan beneficiarse aquellas personas ansiosas de experimentar nuevas formas de relacionarse?

El tablero es éste, juguemos…



El espacio de juego consta de las siguientes componentes:
-Un lugar denominado Esfera de la Vida, que corresponde al dominio ambiental físico donde nos movemos los seres humanos a lo largo del día. Podemos asimilarlo a la superficie del planeta Tierra.
-Un lugar denominado Dominio de Participación, que corresponde al espacio territorial en donde aspiramos a desarrollarnos dentro de un proyecto inclusivo y en donde podamos dar “rienda suelta” a nuestra vocación.
-Un punto denominado F, que simboliza un fin común y que deberá ser entendido como el espíritu del proyecto del "juego" en ejecución (Nota: no se le negará la entrada al juego a quien desee participar, siempre que respete las reglas del mismo).
-Un conjunto de flechas que apuntan al centro (es decir a F) y que simboliza la amorosa Ley de Gravitación Universal que “obliga” a que, "todo aquello que ande suelto" por el Dominio de Participación, tienda a dirigirse al centro (siempre que no se le oponga demasiada resistencia).

Las fichas del juego son de dos tipos:
-Fichas P, simbolizan a cada uno de los jugadores (no hay límites en la cantidad de éstas)
-Fichas R, simbolizan las relaciones que se establecen entre dos jugadores (ídem)

El encuentro o relación (R1) que se necesite establecer entre dos (o más) jugadores, deberá hacerse siguiendo un camino muy especial, pues tiene una doble naturaleza: una física (R1 en rojo) que se realizará por sobre la superficie de la Esfera de Vida; la otra es imaginaria, mental (CA + CB) la que será recorrida por “dentro” de dicha esfera. Los dos trayectos o tramos entonces son: el que va del jugador p1 al centro F y que denominamos CA y el otro, que va desde F hacia el jugador p2, y que llamamos CB.

Entonces, ¿en qué consiste el juego? En lo siguiente: cada vez que un jugador deba relacionarse con otro jugador (por ejemplo, para realizar alguna tarea compartida), lo deberá hacer recorriendo el camino según la Regla de los dos Tramos (o dos Trayectos), la que establece:

Primero (tramo p1 - F): se deberá dirigir al centro de la Esfera de la Vida por el tramo CA y memorizar apropiadamente el significado de F lo cual le permitirá recordar aquello que es esencial para el logro del propósito, aumentando grandemente las probabilidades de éxito. 
Segundo (tramo F – p2): con el significado F en la memoria, deberá ir al encuentro de su compañero (el otro jugador) para realizar la acción prevista que dio origen al movimiento ejecutado.

El otro jugador deberá recorrer ("instantáneamente") el camino opuesto, es decir andar el mismo camino pero a la inversa, de p2 – F y luego F- p1 para descubrir el verdadero significado de aquello qué motivó a su compañero a realizar tal desplazamiento. Este recorrido inverso, permite que ambos jugadores se sincronicen y pongan en armonía sus propias actitudes. 

¿Y F, qué valores puede asumir dentro del juego? Formalmente muchos (según la cantidad de tableros que puedan estar accionando en paralelo), esencialmente uno solo (el respeto absoluto al espíritu de la Ley que da marco al juego en todos los tableros).

¿Quién gana finalmente? Todos, los que juegan y los que no juegan. Pero, fundamentalmente, todos aquellos que puedan darse cuenta del valor esencial que posee F (como faro permanente de nuestras decisiones) y que tengan el valor de esforzarse cotidianamente en respetar la Regla de los dos Tramos, verdadera regla de oro en el juego de la vida

(1) Este modelo está siendo desarrollado como marco teórico para dar soporte a procesos de participación político-social.

viernes, 3 de mayo de 2013

Invitación Ambiental

Amigos:
El 10 de Mayo estaremos en Villa Allende participando de una 
Jornada de Actualización Ambiental.

La idea es presentar información de actualidad sobre 
la situación ambiental a nivel nacional, provincial y local.

Será un espacio de participación que permitirá conocernos y 
despejar algunos interrogantes sobre este tema de actualidad.

¡Los esperamos!


viernes, 26 de abril de 2013

Sistemas de Paz




En un artículo reciente sobre los Sistemas de Paz "Una vida sin guerra", publicado en el número especial de la Ciencia sobre Conflictos humanos (18.05.2012), el antropólogo Douglas P. FRY propone una visión diferente a la tradicional idea con la cual hemos sido educados respecto de que "la guerra es tan vieja como el hombre (por lo que, pareciera que sin guerra, casi no habría historia)".

Dice el artículo "una perspectiva evolutiva emergente sugiere que la guerra no está siempre presente en las sociedades humanas. Los Sistemas de Paz, concepto que se define como aquellos grupos de sociedades vecinas que no hacen la guerra entre sí, existen en diferentes continentes. A su vez este nombre permite identificar un proyecto de investigación que examina la gestión de conflictos y la reconciliación, sobre una base de datos entre distintas culturas que abarca a 186 sociedades.

Continúa diciendo que "una comparación de tres sistemas -los de paz Alto Xingu de tribus de Brasil, la Confederación Iroquois del estado de Nueva York y la Unión Europea- permite destacar seis características hipotéticas que son importantes en la creación y el mantenimiento de la paz entre sociedades:

1. Una identidad social general
2. Las interconexiones entre los subgrupos
3. La interdependencia
4. Los valores de no-guerra, no-combatiente
5. El simbolismo y ceremonias que refuercen la paz
6. Las instituciones de orden superior para la gestión de conflictos.

La existencia de estos sistemas de paz demuestra que es posible crear sistemas sociales libres de guerra". A su vez, el mismo autor dice: "Ver la paz como una utopía impide superar la guerra"

Una pregunta final ¿en qué podríamos estar errando los argentinos?

miércoles, 17 de abril de 2013

Corrupción y daño espiritual


En la entrada anterior, presentábamos un esquema que intentaba mostrar las dos zonas ambientales posibles en las que los seres humanos, como sociedad, podemos desarrollarnos: la zona de sostenibilidad ambiental y la zona de adversidad ambiental. Decíamos además que la base de las mismas era la zona de sustentabilidad y correspondía a la propia naturaleza, evolucionando a ritmo lento sin la presencia de su principal depredador: el hombre. Por otro lado, hacíamos un planteo por el cual nos preguntábamos si no estábamos frente al riesgo de fracaso ambiental que terminaría por romper el frágil equilibrio del cual todavía hoy disfrutamos.

Y sería necesario y oportuno recordar que, cuando hablamos de ambiente, no estamos hablando solamente de perritos y gatitos, de aire puro, de florcitas multicolores y arroyos que “corren” por el bosque. No, estamos hablando, además de todo eso que también es ambiente, del hombre, de su cultura y de su comportamiento social, pues es la sociedad organizada y nada más que la sociedad organizada, con sus aciertos y con sus errores, quien aparece como la única y última responsable de que los perritos jueguen y las florcitas crezcan.

Lo que hoy se observa en casi todos los medios de comunicación, es la perturbadora convicción, creciente y sostenida en una buena parte de la sociedad, de que nos estamos deslizando por una pendiente muy resbaladiza hacia un estado muy cercano al mencionado fracaso ambiental.

Y si bien, de ninguna manera estamos emitiendo juicios condenatorios o absolutorios sobre persona alguna, sí debemos decir -con todas las letras- que socialmente se tiene la convicción de que las pornografías farandulescas del poder (dentro de cualquiera de sus intersticios, privados y públicos), no solo son totalmente inapropiadas e inconvenientes para nuestro crecimiento y nuestra calidad de vida, sino que son generadoras de múltiples formas de violencia, de perturbación y de un sostenido y perverso daño espiritual en todo el cuerpo de la sociedad.

Cualquiera puede darse cuenta que somos lo que sentimos; si sentimos frustración, somos violencia, si sentimos reconocimiento somos agradecimiento, si sentimos respeto somos respetuosos, si sentimos amor, somos vida. Si sentimos que nos toman de estúpidos, somos fuerza de repulsión para el estúpido agresor. Es un dar y recibir. Es una ley que mucha gente, sobre todo los poderosos, parecen no querer entender. ¡Y se siguen comportando como chicos que juegan a ser grandes y se visten con ropas impropias de su edad que, a todas luces, les queda grande..!

La injusticia es uno de los peores males sociales, sino el peor. Cualquier cosa puede ser tolerada cuando uno se siente sólidamente vinculado y medianamente protegido. Inclusive puede uno sobreponerse a una crisis, a una catástrofe natural, a una guerra. Pero, la injusticia tiene la propiedad de sacar absolutamente de quicio al más tolerante y pacífico de los mortales. Lo lleva, poco a poco, desde un ser humano racional, espiritual, a uno que aparece como un inhumano-irracional. Y un ser de esta naturaleza tiene una sola forma de responder; forma que los máximos responsables del estado deben evitar a toda costa que pueda manifestarse, pues la misma podría presentarse de una manera brutal. Es muy difícil sobreponerse en paz a una injusticia de naturaleza sistemática, aunque el esfuerzo por lograrlo sea necesariamente válido, dolorosamente vigente y se nos presente como un desafío ético del momento.

Una persona puede sufrir degradación en el nivel más denso de su vida, el físico, y seguir adelante; se recupera. Puede sufrir daño en el ámbito de sus emociones o sus sentimientos, y seguir adelante; se recupera. Una persona puede incluso sufrir daño en su nivel mental e intelectual y se recupera. Una persona que sufra daño de naturaleza y nivel espiritual –lugar donde alberga su memoria, su conciencia, su vocación- ¿podrá recuperarse como persona completa o “mutará” a un nuevo ser de comportamiento impredecible? ¿Qué esperan, poderosos, para reaccionar y dejar de jugar a ser ciegos, insensibles e incapaces dioses? ¿No hubo suficientemente tiempo de aprendizaje todavía para saber que aprender ajedrez es éticamente superior e infinitamente más productivo, que seguir jugando solamente al cruel y estúpido Jenga?

¿Dónde está el Estado -principalmente fiscales y jueces con intenciones de ser honestos, justos, cabales, respetuosos del mismo espíritu de la ley que dicen hacer cumplir en sus fallos- que nos den respuestas rápidas y efectivas para despejar de raíz, si es que existe tal propósito, cualquier sombra de duda y pueda colocar a quienes corresponda en el lugar que corresponda y en el menor tiempo posible? ¿Podrán terminar con el virus de la impunidad, de la corrupción, del desquicio? ¿Podrá una institución hacerse sobre si misma una tan dolorosa operación? ¿O todo esto irá, lentamente, diluyéndose en una "justa nada"?

¿Podrán los distintos centros del poder público hacer algo parecido? ¿Soltarán la "teta del estado" las corporaciones? ¿Se animarán los líderes espirituales a ponerle el nombre que le corresponde a cada cosa, en vez de continuar con el juego de las ambigüedades diplomáticas? ¿Podrán los partidos políticos dejar de verse como enemigos y empezar a construir confianza mutua para sentarse a consensuar políticas de estado para los próximos 100 años? ¿Podrán los sindicatos dejar de mirarse "el pupo" de sus corporativos "derechos absolutos" y empezar a educarse en el respeto y cumplimiento de sus deberes y obligaciones? ¿Podrán los economistas dejarse de joder con fórmulas que nadie entiende y explicar que la base y sustento de una economía no especulativa es que cada uno  produzca como mínimo lo que consume? ¿Podrán los educadores reconvertirse en verdaderos ejemplos de vida, como siempre fue, en vez de sostener un estatus degradado con el solo fundamento de "ser  trabajadores que defienden sus sueldos"? ¿Podremos darnos cuenta qué es causa y qué efecto? ¿Podremos como ciudadanía, cualquiera sea nuestro estatus, empezar a pensar en plural y abandonar, aunque sea de manera ejemplificadora, nuestro individualismo? 

En síntesis ¿podremos cada uno de nosotros según nuestra posición y función, cambiar el foco actual de "mis derechos por sobre todas las cosas" por el de "mis deberes" con igual sentido de urgencia? ¿O todavía no nos dimos cuenta de que "mis derechos" se consuman a través del cumplimiento del "deber de otro", y que si "ese otro" no cumple con "su deber" -porque privilegia el reclamo de "sus derechos"- nunca podré yo hacer efectivos "los míos"? Es una rueda, una calecita. Se ve que de adultos nos hemos olvidado bastante de jugar y de aprender de las cosas simples. ¡Hemos enredado tanto la vida! 

Hace algunos años alguien dijo: el frío es mucho más intenso inmediatamente antes del alba. ¿Significará algo en esta Argentina, tanta sensación de “congelamiento moral”?

lunes, 1 de abril de 2013

¿Sustentabilidad, sostenibilidad o fracaso ambiental?


Debido a que la Ley Ambiental Argentina (ley Nº 25675 de Presupuestos Mínimos) hace referencia en todo su texto al concepto de sustentabilidad (ecológica, económica, social), creemos necesario efectuar una diferenciación entre estos términos sustentabilidad y sostenibilidad, pues creemos que son dos aspectos diferentes de la misma realidad ambiental y que es importante su aclaración. Esto favorecería, no solo el enriquecimiento de nuestro lenguaje, sino también y principalmente, nos permitiría ampliar nuestra comprensión sobre el tema.

Ya que la naturaleza ha sido siempre el marco referencial último de todo intento de análisis sobre las distintas perspectivas de nuestra realidad humana, se considera importante utilizar el término sustentabilidad para nombrar la permanencia que demuestra la propia naturaleza en su evolución y desarrollo, la cual es independiente de la intervención humana. El universo marcha según sus propias leyes. Es sustentable, es constructivo, es cierto.

El accionar del hombre, en cambio, por más respetuoso que se presente o se haya presentado a lo largo de la historia respecto del orden natural, siempre ha impactado de una manera u otra en el mismo, provocándole diferentes daños de categoría, magnitud y escala diversa. Debido a esto y aunque la sociedad, por toma de conciencia o por interés, decidiera iniciar acciones de largo plazo para respetar este orden inmanente, inclusive en este caso, «siempre» se estaría provocando un impacto en el medio, pues la sociedad seguiría dependiendo de la explotación de los recursos naturales para su desarrollo y por lo tanto provocando un "cierto nivel" de degradación ambiental. La aspiración máxima del hombre sería, por lo tanto, alcanzar la sostenibilidad.

Finalmente, y en ausencia de lo sostenible como programa de vida, solo queda la adversidad y el fracaso ambiental, el cual manifestará sus negativos efectos de una manera u otra, en el corto, en el mediano o en el largo plazo. Su condición es la inevitabilidad.

La naturaleza es sustentable.
La civilización, como máximo, puede llegar a ser sostenible.
Lo demás se llama adversidad y fracaso ambiental.