El aluvión del 15/2
El 15/Febrero pasado,
el corredor de las Sierras Chicas[1]
dio el puntapié inicial a una serie de desastres de origen ambiental que sacudió luego a toda la provincia de Córdoba. El aluvión[2]
significó una nueva frustración que obligó a la gente a ver, impotente, cómo el
agua le llevaba sus afectos, su casa, sus muebles, sus esfuerzos. Por otro
lado, tuvo que ver también cómo se instalaba en sus vidas el temor, la angustia
y la incertidumbre.
No es nuestra intención,
analizar responsabilidades personales (aunque sí podríamos definir, con
argumentos sólidos, una cadena de responsabilidades). Sí lo es, en cambio, poner en
evidencia un marco referencial de análisis y algunos conceptos centrales que
pueden aclarar el origen y desarrollo de este proceso y de qué manera es posible
disminuir los impactos negativos a futuro (un futuro que es tan real como este
presente).
Es por ello que,
con la mayor sencillez que podamos, les presentamos un esquema que explique qué es una amenaza, qué significa vulnerabilidad y qué riesgo. A su vez, describiremos el
significado de evento y de desastre, como también el de prevención y mitigación.
Amenaza
Se entiende por amenaza a todo “factor de riesgo externo de
un sujeto o un sistema, representado por un peligro latente asociado con un
fenómeno físico de origen natural, tecnológico o provocado por el hombre, que
puede manifestarse en un sitio específico y en un tiempo determinado, produciendo
efectos adversos en las personas, los bienes, y/o el medio ambiente” (Cardona
O.D., 1993).
Las amenazas están asociadas a fenómenos
de origen geológico producidos por sus ciclos naturales; a fenómenos de
origen geológicos inducidos por la acción del hombre o a fenómenos que no tienen
origen geológico pero que modifican el ecosistema (sistemas artificiales como por
ejemplo obras de ingeniería de cualquier tipo).
Citemos algunos tipos de amenazas:
-Atmosféricas: granizo, tornados, lluvias.
-Hidrológicas: inundaciones, erosión-sedimentación, sequia, desertificación.
-Sísmicas: fallas, temblores, licuefacción de suelos, tsunamis.
-Volcánicas: flujos de lava, lluvia de cenizas, temblores, flujos piroclásticos, corrientes
de barro.
-Otras geológicas-hidrológicas: deslizamiento de taludes, hundimientos, avalanchas,
deslizamientos submarinos, hundimientos de tierra.
-Incendios:
matorrales, bosque nativo.
Blaikie (1996)
considera que la amenaza es un fenómeno caracterizado por: intensidad, severidad,
época, períodos de recurrencia y duración.
Iremos
analizando a continuación las relaciones entre amenaza, vulnerabilidad y riesgo.
Vulnerabilidad
Rápidamente podemos
entender el concepto de vulnerabilidad como la
cantidad de daño que puede sufrir una comunidad frente
a un evento determinado, o la condición
de peligro en que se encuentra una comunidad frente a la ocurrencia de una
amenaza.
La vulnerabilidad se relaciona
directamente con el grado de fragilidad de sus componentes
(como la infraestructura, el grado de organización, los sistemas de alerta, el desarrollo
político-institucional, el nivel de participación social, el conocimiento
territorial, etc.) y de las relaciones que se establecen entre éstos.
Podemos decir que a
mayor nivel de organización preventiva
de una comunidad menor es su vulnerabilidad y, en sentido inverso, a mayor
desconocimiento del territorio y fragmentación e incomunicación de sus
componentes, mayor será su vulnerabilidad.
El caso de las Sierras
Chicas es un claro ejemplo: la combinación de factores tales como fragmentación
jurisdiccional del corredor, bajo conocimiento sistémico del territorio, ausencia
de planes integrados de contingencia, entre otros, produce una elevada vulnerabilidad.
Podemos hacer una
analogía entre vulnerabilidad y la relación entre fortalezas y debilidades
de una comunidad. A mayor cantidad de fortalezas (conocimiento, conciencia,
planes de contingencia, etc.) menor vulnerabilidad. A mayores debilidades (desconocimiento,
indiferencia, ausencia de organización preventiva, etc.), mayor vulnerabilidad.
Como vamos viendo, la
disminución de la vulnerabilidad se vincula de forma innegable con la
participación social, ya que una elevada participación presupone una conciencia progresiva de los riesgos, de las condiciones y de las necesidades que se requieren
en una comunidad. Claro que, debemos entender a tal participación, no como una
expresión de anhelo social sino como una realidad palpable, en la cual vecinos
y gobierno puedan comunicarse con respeto y celeridad, y establecer consensos para
realizar acciones efectivas en beneficio de la misma comunidad.
Riesgo
Introduzcamos ahora una fórmula sencilla para
entender los conceptos que faltan desarrollar.
Debemos entender el riesgo
como una contingencia, un daño potencial probable o la probabilidad
de una pérdida. Desde nuestro punto
de vista, según la fórmula precedente, el riesgo es la relación entre una
amenaza determinada y el nivel de vulnerabilidad de una población frente a la
misma.
Una población de las sierras de Córdoba, por ejemplo, puede tener “riesgo
cero” (el cual en la realidad no existe) frente a un tsunami y un elevado riesgo frente a un
aluvión o al deslizamiento de taludes en caminos de montaña. Es decir no hay un
solo índice de riesgo, sino que cada tipo de amenaza debe ser estudiada en particular
para poder definir el nivel de riesgo que corresponda en cada caso.
Otros dos conceptos importantes son el riesgo aceptable y la aceptabilidad
del riesgo.
El primero podemos entenderlo como el valor de la probabilidad de las consecuencias sociales,
económicas o ambientales que, a juicio de la autoridad que regula este tipo de
decisiones, es considerado lo suficientemente bajo para permitir su uso en la
planificación, la formulación de requerimientos de calidad de los elementos
expuestos o para fijar políticas sociales, económicas y ambientales afines
(Cardona O.D., 1993). Por lo cual, debemos considerar que es necesario definir para cada tipo
de amenaza, cuál es el riesgo aceptable que la comunidad admitirá en cada caso.
Nuevamente, el concepto de participación es clave.
El segundo, depende del grado
esperado de desestabilización (impacto) y de la relación costo/beneficio al
comparar el costo de las medidas de mitigación (donde se actúa tanto sobre la
amenaza como sobre la vulnerabilidad para disminuir el riesgo) y del valor
previsto del riesgo (Cardona O.D., 1993).
Como puede observarse, el grado
de aceptabilidad del riesgo es específico de una comunidad y de su disposición a
asumirlo, todo lo cual le quita algo de objetividad al concepto de riesgo y lo vuelve aún más
relativo.
Evento y desastre
Siguiendo la fórmula, observamos
que ante un nivel de riesgo específico para una determinada amenaza,
en un determinado marco de vulnerabilidad, cuando ésta ocurre se transforma
en evento, es decir se pasa de un peligro latente (amenaza) a
un hecho consumado (evento), el cual produce unas determinadas consecuencias
que denominamos desastre.
Por lo que, el desastre corresponde
a las consecuencias extremas reales del impacto de un evento de magnitud específica
y como tal genera una situación de crisis que se traduce en alteraciones
extremas del funcionamiento habitual de esa comunidad.
A su vez, debemos recalcar el
hecho de que un desastre nunca es repentino, puesto que siempre
resulta del desarrollo progresivo de una situación de vulnerabilidad, la
cual es revelada en el momento del impacto y de la evaluación del desastre.
Prevención y mitigación
La prevención (que es una mirada
prospectiva) corresponde al análisis y definición de un conjunto de medidas y
acciones para evitar que un riesgo se materialice en desastre. Estas medidas son
aplicables a la amenaza y/o a la vulnerabilidad.
La prevención presupone un estudio riguroso de tres aspectos del tema:
La prevención presupone un estudio riguroso de tres aspectos del tema:
(a) La evaluación
de las amenazas para identificar la ubicación, severidad y posibilidad de
ocurrencia de un evento natural en un período de tiempo dado.
(b) La evaluación
de la vulnerabilidad para estimar los daños que pueden ser causados por un
evento natural de cierta severidad (daños personales, a la infraestructura, a las actividades
económicas, procesos, etc.).
(c) La evaluación
del riesgo, para estimar la probabilidad de las pérdidas esperadas dado un
evento natural determinado.
La evaluación de amenazas debe
basarse en una modelación geológica-geomorfológica, en el marco de la neotectónica[3],
como trabajo previo que permita sostener y asignar significar apropiados a los demás
estudios.
La mitigación (como una mirada
correctiva) es un conjunto de medidas y acciones tendientes a disminuir los
niveles de riesgo existentes y se aplican a la amenaza y a la vulnerabilidad.
Estas medidas tienden a lograr niveles de riesgo aceptables.
Conclusiones
Hemos descrito brevemente los
principales aspectos sobre el significado
de amenazas, vulnerabilidad y riesgos en que pueda encontrarse una comunidad.
La finalidad de este breve texto, fue aportar alguna base de conocimiento desde la óptica de las Ciencias Geológicas, apoyado en varias décadas de práctica profesional. Aquellos que estamos vinculados a
las ciencias naturales, sabemos que la naturaleza siempre avisa. Hay
que saber escuchar. Hay que estar atento a su “lógica natural” por cierto distante de
nuestra “lógica urbana”. Debemos desarrollar hábitos preventivos, abandonando los
hábitos reactivos propios de nuestra cultura política y social.
Ya es tiempo de entender al
futuro como aquel lugar en el cual pasaremos el resto de nuestras vidas. Necesitamos
despertar, lo cual solo significa abrir los ojos para ver. Aunque para ver
con claridad nos haga falta algo de luz, como conocimiento de la
realidad, única manera de dar pasos firmes hacia una vida más segura, justa,
saludable y cierta.
Más vale prevenir que curar, reza el dicho popular. Prevenir no es solo evitar curar, significa antes que nada, libertad social, participación social, satisfacción social.
Citas bibliográficas
*Cardona O.D., 1993, Manejo
ambiental y prevención de desastres: dos temas asociados, Anexos: Los desastres
no son naturales, La Red, pp. 75-93
*Blaikie P. et al., 1996, Vulnerabilidad.
El entorno social, político y económico de los desastres, La Red, 374 p.
[1] Las principales localidades del corredor ubicadas aguas abajo del Dique la Quebrada son: Río Ceballos, Unquillo, Mendiolaza, Villa Allende y Saldán (Córdoba, Argentina).
[2] Cayeron en la cuenca del Dique La Quebrada unos 320 mm en menos de 12 horas en un dique que estaba colmado y que, por ello, no pudo contener la avenida de agua, la cual se desplazó aguas abajo devastando las localidades del corredor.