Con un poema de Yupanqui, viejo y reconocido explorador de caminos,
significados y tiempos, intento este pequeño aporte con la idea de facilitar
la recuperación de algunos aspectos de nuestra memoria individual y colectiva,
tanto histórica como prospectiva.
Digo histórica por el doloroso olvido cultural que nos evidencia los
contenidos del propio poema. Y hablo de prospectiva, porque creo que la memoria
debe ser entendida también como aquello que debemos recordar para hacer o
para no repetir. La memoria no solo está formada de recuerdos.
La importancia de la memoria del pasado radica en el conocimiento que nos aporta sobre el camino recorrido para llegar hasta donde hoy nos encontramos,
disfrutando de los aciertos y aportando elementos para corregir los errores.
La memoria del presente nos facilita la comprensión de nuestras circunstancias y la disponibilidad de aquello que necesitamos en la realización de nuestras actividades.
La memoria del futuro, por último, nos permite tener siempre presente hacia dónde nos dirigimos y para qué lo hacemos.
La memoria del presente nos facilita la comprensión de nuestras circunstancias y la disponibilidad de aquello que necesitamos en la realización de nuestras actividades.
La memoria del futuro, por último, nos permite tener siempre presente hacia dónde nos dirigimos y para qué lo hacemos.
Quizá la memoria de mayor peso en nuestra vida –a contrapelo de lo que nos
enseñaron- no sea la "histórica" sino la "prospectiva impactando en nuestro presente", ya
que nos posibilita -paso a paso- ir descubriendo cuáles son las mejores
decisiones para alcanzar nuestro destino, de manera tal de poder evitar la tentación
de desvíos prometedores que nos alejen de nuestros verdaderos sueños.
Los dejo ahora con Don Ata.
Caminito del Indio
Caminito del indio,
sendero coya
sembrado de piedras.
Caminito del indio
que junta el valle
con las estrellas.
Caminito que anduvo
de sur a norte,
mi raza vieja
antes que en la montaña
la Pachamama
se ensombreciera.
Cantando en el cerro
llorando en el río,
se agranda en la noche
la pena del indio.
El sol y la luna
y este canto mío
besaron sus piedras,
camino del indio.
En la noche serrana
llora la quena
su honda nostalgia.
Y el camino sabe
cuál es la coya
que el indio llama.
Se levanta en la noche
la voz doliente de la baguala.
Y el camino lamenta
ser el culpable de la distancia.
Atahualpa
Yupanqui (1926)